Cuando las primeras bombas cayeron sobre Ucrania en febrero de 2022, no solo se rompieron edificios: también se quebraron millones de sueños. Familias enteras se vieron obligadas a abandonar sus hogares, sus trabajos, sus escuelas, sus memorias. De un día para otro, lo cotidiano se convirtió en peligro y lo seguro en incertidumbre.
En estos días santos, cuando el mundo cristiano recuerda el sacrificio más grande de la historia —la muerte del Hijo de Dios en una cruz— no podemos ignorar el grito de dolor que se eleva desde el corazón de Europa. Ucrania sigue en guerra. La tierra tiembla con cada explosión, las calles se llenan de escombros, y los ojos de millones se han acostumbrado a las lágrimas.
Como base misionera Transcultural Mahanaim hemos comenzado un nuevo proyecto llamado Senderos de Paz. Un espacio donde combinamos caminatas por la montaña, contemplación de la naturaleza y tiempos de oración e intercesión por las ciudades y naciones.
En las frías calles de Alicante, entre sombras que muchos prefieren ignorar, hay vidas que claman por esperanza. Rostros marcados por la dureza de la vida, miradas que han aprendido a esquivar la indiferencia y corazones que laten en el olvido. Pero Dios no los ha olvidado.
Hoy, al cumplirse tres largos años desde que la guerra golpeó el corazón de Ucrania, alzamos nuestra voz desde la Base Misionera Transcultural Mahanaim para proclamar una verdad eterna: Dios no abandona a su pueblo. En medio del caos, la destrucción y el dolor inimaginable, Su luz sigue brillando. A todos nuestros hermanos y hermanas ucranianos, queremos decirles desde lo más profundo de nuestro ser: no están solos.
El sufrimiento por la fe en Jesucristo es una realidad para muchos de nuestros hermanos en el mundo, pero también es un testimonio vivo del poder transformador del evangelio. Hoy queremos compartir contigo la historia de una pareja que ha enfrentado el rechazo, la persecución y las dificultades extremas, pero que se mantienen firmes en el Señor.
